agosto 07, 2024
El colibrí, oriundo de América, ocupa un lugar privilegiado en la cosmogonía prehispánica: fue el que condujo a los mexicas hasta Aztlán, es considerado el nahual de la guerra y, para los mayas, fungía como una suerte de mensajero entre los dioses y los humanos. Es la única ave polinizadora y está en peligro de extinción.
Esto motivó a los creadores mexicanos Christian Chávez, Aidé Domínguez y Uryan Lozano, cuya práctica se sitúa en el cruce del arte, el diseño y la naturaleza, a dar vida a la escultura transitable Huitzilcalli (Casa del colibrí).
Construida con madera, cerámica e hilo, de metro y medio de alto, 60 centímetros de ancho y 22 kilogramos de peso, esta pieza se exhibirá en el marco de la Cumbre Imagen23 BBVA. Sostenibilidad que se realizará el 11 de octubre en las instalaciones de Grupo Imagen.
“Casa del colibrí busca hacer una fusión entre la creatividad humana, la naturaleza y la sustentabilidad. Es un proyecto que también permite sensibilizar, concientizar y reflexionar acerca de la importancia de la sustentabilidad en las disciplinas de las artes y los diseños”, explica en entrevista la doctora en Artes y Diseño Christian Chávez.
Afirma que la obra “es un llamado a la acción y una invitación a artistas y diseñadores, con la idea de conservar y preservar algunas especies en peligro de extinción, como los colibríes”.
Para el artista Uryan Lozano, maestro en artes visuales por la UNAM, “la importancia de Casa del colibrí reside en que hacemos una alusión a siete especies de colibríes mexicanos en peligro de extinción y que forman parte de 30 especies en peligro a nivel mundial”.
Lozano añade, también en entrevista con Grupo Imagen, que les interesa que Huitzilcalli “sea una escultura habitable para todas estas aves, estas siete, y que de alguna manera permita combinar el arte, la ciencia y la sostenibilidad”.
Aidé Domínguez, por su parte, detalla que la escultura está integrada “por pequeñas piezas de diferentes colores que vamos a ir descubriendo en esta simulación de árbol. Queremos que justamente pueda servir para que estos colibríes o alguna especie puedan ocupar de refugio”.
La licenciada en Artes Visuales y docente de la Facultad de Artes y Diseño de la máxima casa de estudios comenta que, además, realizaron una recuperación de materiales, principalmente de troncos. “Éstos los agrupamos en el sentido de que fuera un árbol y generamos, a partir de piezas cerámicas, esos pequeños nidos que queremos que sean los refugios y que también sean una especie de casita”.
Christian Chávez destaca que en el proceso de co-creación de los tres autores funcionó la experimentación activa. “Fue realmente enriquecedor poder conectar cada uno nuestros saberes, nuestras experiencias; y, además, íbamos intentando con cada material diferentes alternativas para la obra”.
¿Qué representa el colibrí hoy en día para la sociedad mexicana?, se pregunta Uryan Lozano. Y responde: “Creo que tenemos una responsabilidad para visibilizarlo y cuidar estos espacios, para que sigan coexistiendo con nosotros”.
Los artistas Christian Chávez (izquierda), Aidé Domínguez (centro) y Uryan Lozano (derecha) fusionaron disciplinas para crear Huitzicalli (Casa del colibrí). Foto: Elizabeth Velázquez